¿Qué se entiende por espacio educativo?
A primera vista puede parecer una pregunta muy obvia, una perogrullada que llevaría a una respuesta tan simple como que se trata del sitio donde se ubica una escuela, incluidas sus condiciones físicas, materiales y la disposición arquitectónica exterior o interior de las instalaciones y, en fin, a su dimensión espacial geográfica.
Pero, ¿es que existe algo más, no tan aparente que no hemos considerado y no ha formado parte de nuestras reflexiones?
Desde luego que sí, sociológicamente hablando, el concepto de educación no se reduce al de escuela y a los acontecimientos que al interior de la misma suceden.
En primer lugar, la posibilidad de que las acciones que realiza la escuela sean educativas tiene que ver con su capacidad de gestión pedagógica para relacionarse cooperativamente e impactar los estilos culturales y la promoción de mejores niveles de vida en la comunidad, la familia, los clubes y otros espacios de socialización circundantes en donde los integrantes de la comunidad escolar interactúan e internalizan normas, valores, roles, actitudes y favorecen el desarrollo de habilidades y destrezas.
En segundo lugar, la escuela no podrá ser considerada espacio educativo si las acciones que en ella se realizan no son humanizantes e inhiben en los alumnos toda posibilidad de interacción con los objetos de conocimiento y la necesaria interacción social; si no se da en un ambiente de construcción colectiva de aprendizajes significativos, y cumple, en cambio, una función amaestradora, de adiestramiento.
Por ello, valdría la pena preguntarse ¿qué tan educativas son algunas acciones como la disposición de los asientos en filas, la conservación férrea de la disciplina en el aula y la calificación, todavía, de aspectos formales que apoyan el tradicional verbalismo del docente?
Para avanzar un poco más en la respuesta a la pregunta que nos hacíamos ¿qué se entiende por espacio educativo? Caigamos en cuenta cómo la aparente obviedad de la respuesta tiene que ver también con la internalización misma de los espacios escolares a través del considerable tiempo de nuestra vida transcurrido en ellos. En las escenas recordadas y evocadas de nuestra vida escolar se entremezclan sentimientos, percepciones y pensamientos con la propia situación física, con el lugar, las personas, los colores, la luz, el ambiente, etc., formando un todo, un "clima" reconocible y evocable por nosotros a lo largo de nuestra vida y del cual no puede separarse ninguno de sus elementos en su relación con el entorno comunitario y social. En este sentido, la perspectiva ambiental en educación, la ecológica en psicología, la sistemática en teoría del curriculum, así como ciertos conocimientos propios de la antropología, la historia, la arquitectura, la sociología y la etología (concepto de territorio); contribuyen a la configuración de un marco conceptual para entender el espacio educativo como fenómeno complejo, contrastable y susceptible de convertirse en objeto de investigación educativa.
Teniendo en cuenta todos estos factores, la pregunta inicial ya no parece tan obvia. Actualmente, por espacio educativo o entorno escolar, como indistintamente le llamaremos, no sólo se considera al medio físico o material sino también a las interacciones que se producen en dicho medio. Del espacio forman parte, entonces, la organización y disposición espacial, las relaciones establecidas entre los elementos de su estructura –como son las dimensiones y proporciones, la forma, ubicación, calidad de los materiales, etc., pero también las pautas de conducta que en él se desarrollan–, el tipo de relaciones que mantienen las personas con los objetos, las interacciones que se producen entre las personas, los roles que se establecen, las normas que regulan la vida escolar, los criterios que prevalecen y las actividades que se realizan o se proponen, la composición de los distintos grupos que conforman la trama institucional, así como las ritualizaciones y sucesos creativos de la misma, entre muchos otros aspectos.
Bibliografía
BATISTON, Virginia y Horacio Ademar Ferreyra. Plan Educativo Institucional. Ediciones Novedades Educativas. Buenos Aires, 1998. 121 p.
CANO, Ma. Isabel y Angel Lledó. Espacio, comunicación y aprendizaje. Editorial DIADA. Sevilla, España, 1995. 78 p. [Colección: Investigación y enseñanza, serie práctica No. 4].
FERNÁNDEZ, Lidia M. Instituciones educativas; dinámicas institucionales en situaciones críticas. Editorial Paidós. Buenos Aires, 1994. 305 p.
GARDNER, Howard. La mente no escolarizada; como piensan los niños y cómo deberían enseñar las escuelas. SEP/Cooperación Española. México, 1997. 292 p. [Biblioteca del Normalista].
2 comentarios:
Muy bien. Esta entrada me gusta mucho. La información elegida es básica y profunda. Introduce elementos nuevos para profundizar en nuestro debate sobre el espacio. Enhorabuena.
Quería darte mi enhorabuena, por esta entrada, y también decirte que comparto la idea de que formamos parte del espacio, al igual que el espacio forma parte de nosotros. Y es una pena que los sistemas escolares no se presten a las relaciones humanas tanto como quisieramos, ya no solo la arquitectura fría que impera en nuestras escuelas, sino como bien dices todos y cada unos de los aspectos que los forman.
Publicar un comentario